lunes, 19 de enero de 2009

La enseñanza que deja Gualeguaychú

Cuando se evalúa el impacto ambiental que generará la ejecución de un proyecto se consideran las componentes físicas y biológicas pero también las económicas, culturales y sociales; y en este caso, están en juego no sólo la afectación de los recursos naturales sino también las actividades productivas, pautas culturales y la calidad de vida de los habitantes.
Lo que está defendiendo la comunidad de Gualeguaychú es justamente eso, una calidad de vida producto de un desarrollo propio.
La solución no pasa por tapar el conflicto analizando la respuesta de Gualeguaychú fuera del contexto que vive esa comunidad. Bajo ningún punto de vista se puede “demonizar” a la víctima, nuestra historia reciente está plagada de esos horrores.
Sin embargo, hoy surgen nuevos interrogantes; no sólo es el método de lucha elegido sino también el espacio-tiempo en que se libra la pulseada de poder. Es obvio que el método logra que el conflicto esté en la agenda, en los medios. Además, el método ha sido legitimado por diversos sectores de la sociedad, los cortes de ruta ya no son esquemas de lucha exclusivos de los “piqueteros”, tan temidos, y han sido adoptados por los sectores medios y de gran poder adquisitivo (basta recordar el conflicto con los propietarios/productores rurales). Lo que habría que evaluar es la decisión de mantener el método; lo peor es enamorarse de un mecanismo que ya dio lo que podía brindar y que, lentamente, se vuelve en contra del objetivo principal. En segundo término, el espacio-tiempo también merece su reconsideración, ¿acaso les sirve a los ambientalistas ser funcionales a las protestas de los propietarios/productores rurales? ¿No sería más sano deslindar intereses, a fin de mantener una postura coherente en el tiempo que les evite pagar costos de otros? ¿La solución es retardar un proceso de integración imprescindible para la región? Sin duda, no.
Estimar convenientemente la economía de fuerzas en juego no es abdicar objetivos; lo que tendrá que asumir la sociedad civil de Gualeguaychú es la manera de organizarse para mantener su reclamo a través de otras formas exitosas, como otrora fueran los cortes de ruta.
Nuestra sociedad civil ha aprendido numerosas lecciones en estos años de democracia, entre ellas que los recursos naturales son imprescindibles, porque el crecimiento económico no es sustentable si no hay un uso racional de los mismos ni Justicia Social que permita la redistribución del ingreso.
La situación amerita políticas activas entre los dos Estados para resolver la controversia. Las políticas de integración implican estas discusiones, hay que darlas. Es la única manera de construir, de no claudicar ante los intereses de quienes quieren maximizar sus ganancias en detrimento de la calidad de vida de los otros; porque el mercado tiene un único objetivo, el lucro. Es el momento de acordar cómo agregar valor a la producción; exportar pulpa de celulosa para importar papel no es negocio.
Y puertas adentro, que sirva el conflicto para aprender de una vez por todas que cualquier proyecto no puede radicarse en cualquier lugar, que las excepciones y los arreglos espurios los pagan los que menos tienen, los que no poseen los medios para emigrar.
Como siempre, es necesario un Estado activo que planifique y gestione el territorio; de lo contrario, será difícil asegurar la calidad de vida de los ciudadanos y conducir la protesta social.

Jorge Etcharrán

jueves, 15 de enero de 2009

Punto de inflexión

La controversia regional, con epicentro en Gualeguaychú, demuestra la necesidad de planificar y gestionar el territorio. En esta situación es legítimo el derecho que le asiste a una comunidad de defender sus intereses.
Replantear los métodos, consolidar una organización que garantice la lucha por otras formas.
Sin olvidar que las fuerzas del mercado tienen un objetivo fundamental, el lucro; y, lo más importante, que el Estado es el que debe planificar y gestionar el territorio para que la sociedad civil pueda aspirar a una calidad de vida digna en el marco de un desarrollo sustentable.

Jorge Etcharrán
(publicado en el diario El Argentino, 15 de enero de 2009)

lunes, 12 de enero de 2009

Comentario del Dr. Valentín Stiglitz

Se publica a continuación una nota del Doctor Valentín Stiglitz, luchador incansable de la sociedad civil de Esteban Echeverría.

Rezonificación de la Laguna de Rocha

Reflexiones. El Municipio es la unidad política de la Nación. Es, dentro de ella, el Estado más pequeño. Tiene un poder Ejecutivo, encabezado por el Intendente, y un Legislativo -el Concejo Deliberante. Son elegidos –para que los representen- por los ciudadanos en condiciones de votar. Si esto es así –y es así- los funcionarios elegidos, lo son para salvaguardar los intereses de los ciudadanos que en él habitan. Ellos son los que –con su voto y con esa finalidad- les han otorgado el poder, y quienes pagan sus sueldos. En una Democracia –teóricamente en nuestro paíslo la hay- la mayoría parlamentaria no es la única que cuenta para tomar decisiones. Debe debatir con quienes tienen otras ideas e intereses legítimos y –a través de sus representantes- llegar a un consenso aceptable para la mayor parte de la población . La realidad es completamente distinta. En los Municipios, por ejemplo, los funcionarios toman decisiones que la población rechaza a través de organizaciones no Gubernamentales, que –respetuosamente- les señalan el daño que provocan. Es un espectáculo penoso ver a núcleos de pobladores que solicitan el respeto a sus intereses -con fundamentos- que son burlados por quienes –poco tiempo antes- les pidieron el voto y les hicieron promesas que sabían que no cumplirían. Resulta extraño que algunas decisiones rechazadas por importantes núcleos, sean aprobadas casi por unanimidad. Esta situación podría equipararse a la existencia de un ejército de ocupación ilegal, formado por algunos vecinos. Lamentablemente, esto es tan frecuente, que la población lo ve como normal, un hecho aberrante. Lo dramático es que recordamos con horror los años en que las libertades fueron conculcadas por fuerzas dictatoriales. Pero aceptamos con naturalidad, casi con alegría, que nos manejen a su arbitrio, personas que creímos haber elegido. Este cuadro se repite en estados provinciales y el nacional. Hemos sido invadidos y derrotados por gente en la que habíamos confiado, que tiene nuestra misma historia, que venera los mismos héroes, que saluda el mismo himno, la misma bandera. Pero, debemos ser objetivos. La responsabilidad histórica es mucho más de nosotros que de los invasores. Ellos no hicieron más que aprovechar los espacios que –por indiferencia, egoísmo o estupidez- les dejamos liberados. ¿Qué objetivo tienen estos lamentos? Que pensemos entre todos si no nos molesta este oprobio y qué estamos dispuestos a hacer –si lo estamos- para liberarnos.
Valentín Stiglitz

miércoles, 7 de enero de 2009

A más de un año...

Luego de más de un año de ausencia, decidí aprehender este espacio nuevamente.
Reconstruirlo, para reimpulsarlo...
Para hacerlo, tengo convicción plena de que son imprescindibles voluntad política y conocimiento científico técnico. El orden de las condiciones no es casual.
Hace algunos años, un viejo y estimado profesor me enseñó que cuando uno obtiene datos "en el campo" hace Ciencia; pero, cuando uno publica esos datos está haciendo Política.
De eso se trata, de que los datos obtenidos sirvan para generar políticas, modelos de desarrollo, desde una concepción política que reconoce valores y doctrina.
Valores y doctrina que permiten deconstruir y reconstruir sin perder de vista que lo único permanente son los intereses y necesidades de quienes menos tienen, de los más humildes, de los que más sufren la marginación generada por modelos de desarrollo basados en la exclusión, en la concentración de la riqueza y el poder de diferentes grupos económicos.
El 2008 ha mostrado en blanco y negro la realidad, en el mundo y también aquí, en Argentina.
No alcanzan los mass-media ni sus comunicadores para tapar lo incubrible.
Los que siempre han sido, no dejarán de serlo... Citando a Borges: "Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre".
Más allá de las contradicciones, de las idas y vueltas, de los errores.
Dar testimonio en la palabra y en la construcción de un modelo de desarrollo sustentable, con Justicia y Ayuda Social para los que más sufren, los desposeídos, los marginados... sólo así tendremos la esperanza de hilvanar la grandeza de nuestra Patria.